miércoles, 17 de marzo de 2010

La piratería, parte I

Tras, como desgraciadamente suele ser habitual, un largo parón, vuelvo con un tema de actualidad: La Piratería. Criticar a la SGAE es lo más fácil, habitual, aunque no precisamente barato, pero mientras preparo el azote definitivo contra la SGAE y los chupasangres victimistas me desahogo también con la otra cara de la situación, el "consumidor", que muchas veces se escuda en motivos absurdos y carentes de razón, o válidos, pero muy mal argumentados.

El derecho al acceso a la cultura, uno de los lemas estrellas de los pro-descargas, no significa poder tener todo lo que quieras y en la cantidad que quieras, sino que se debe fomentar el que cualquier persona pueda tener acceso al arte y cultura, no he visto a nadie encadenándose al Museo del Prado y congregando a los medios de comunicación por no poder entrar gratis (cuesta unos 8 € la entrada "normal") y en cambio sí parece que la gente tenga el derecho a bajarse gratis, de manera irreprochable el último disco de Shakira, algo que personalmente, considero mucho menos cultural que otras muchas cosas por las que hay que pagar y en las que no nos indigna emplear nuestros escasos euros.

Igualmente, no comprar discos porque el autor recibe una cantidad pequeña es como no comprar verdura en el supermercado, porque al agricultor le pagan 5 céntimos por el kilo del pepino, es ampliamente cuestionado el papel de las discográficas, que consiste ni más ni menos en adelantar dinero al grupo, hacer promoción, encargarse de la distribución y esto es, en muchos casos, algo necesario, la grabación de un disco supone unos costes, estudio, productor, ingenieros de sonido, alojamiento y comida durante algunos meses, hay gente que opta por autoproducirse el disco en pocas semanas y con los medios que están a su alcance (mejores o peores) y obtienen resultados satisfactorios y consiguen amortizar los gastos, pero no todos los músicos tienen por qué saber producir, ni por qué tener contactos para saber darse a conocer, ni tirarse horas en internet pidiendo a la gente que escuche sus discos y luego "si eso" pague por los mp3, ni por qué saber de diseño gráfico para poder ocuparse del art-work, aunque haya quién considere esto prescindible... En fin, que las discográficas son una empresa con ánimo de lucro, el mismo ánimo de lucro que puedan tener yo, el lector de este blog y cualquier hijo de vecino: Ofreces un servicio y vives gracias a ello.
Hay que tener en cuenta también que hay más discográficas aparte de EMI, Warner, Universal, como en todo, hay empresas con más recursos y mayor repercusión mediática y otras que simplemente consiguen subsistir, tal y como viene explicado en este artículo sobre la discográfica Mondongo Canibale Records.

Por poner un ejemplo, perfectamente un compositor puede querer contar en su disco con una sección de cuerda, contratada de algún conservatorio u orquesta con caché, y a esos músicos, que no te conocen de nada, no les puedes decir: "El plan es este: Os recorréis 1000 kms para ir y volver, os pasáis una semana en el estudio grabando bajo mi dirección y ya os iré pagando poco a poco, a medida que la gente vaya bajándose el disco y donando lo que le plazca".

Siguiendo con los ejemplos, argumentar que uno puede bajarse lo que quiera sin pagar un céntimo porque luego se va a los conciertos, es como exigir a un mecánico que te cambie las ruedas gratis, porque si se te rompen las marchas irás a su taller, cada acción requiere su trabajo y genera sus costes, y por lo tanto, debe ser compensada.

Pero es que además no todo el mundo que genera material susceptible de ser copiado y distribuido por internet tienen métodos extra de generar ingresos: los programadores de software, actores, guionistas, directores, productores, maquilladores, etc no dan conciertos, podemos estar de acuerdo en que muchos de ellos ganan ya suficiente dinero, pero esa no es razón para legitimarnos moralmente a infringir el derecho a la propiedad intelectual, pues si ganan cantidades elevadas de dinero es porque lo generan o son potencialmente capaces de ello. La solución es fácil, si te gusta su trabajo no debería importarte colaborar en su enriquecimiento, si en cambio su trabajo te parece mediocre, directamente pasa de él, hay mucho por descubrir que sí vale la pena.

Ojo, que conste que a pesar de todo el rollo este "pro-autor" y "pro-discográficas" no estoy en contra ni mucho menos de la descarga de archivos por internet y de hecho es algo que practico con cierta asiduidad, pero justamente eso, el descargar un disco y disfrutar con un trabajo bien hecho, es lo que me motiva a comprarme un CD original.